El Congreso Nacional aprobó recientemente una ley que regula la producción y venta de etanol en el país. Esta normativa ha generado debate, principalmente por priorizar el uso de caña de azúcar sobre el maíz como materia prima para el etanol, un cambio que, según expertos, podría impactar tanto a productores como a consumidores de combustible en el país.
En la actualidad, Paraguay consume cerca de 400 millones de litros de etanol anuales, de los cuales el 70 % proviene del maíz, mientras que el resto es exportado. Según el Censo Agropecuario Nacional de 2022, el país cuenta con más de 81.000 productores de maíz, de los cuales 65.000 poseen pequeñas parcelas de entre 1 y 20 hectáreas. En comparación, existen 9.651 fincas dedicadas a la producción de caña, de las cuales solo 146 fincas de mayor escala cubren el 50 % del área de cultivo de esta materia prima.
La ley impone cuotas de mezcla que exigen que un mayor porcentaje del etanol consumido localmente provenga de la caña de azúcar. Este cambio, según declaraciones de Wagner Enis Weber, experto en administración y negocios y director del Centro Empresarial Brasil-Paraguay (BRASPAR), favorecería a los grandes productores de caña e ingenios azucareros, al mismo tiempo que pondría en riesgo la competitividad y asequibilidad del etanol en el mercado. Weber señala que el maíz es una opción más económica y de mayor rendimiento para la producción de etanol.
IMPACTO EN EL PRECIO DE LA NAFTA Y LA ECONOMÍA LOCAL
Desde el sector productivo y entre consumidores, se ha manifestado preocupación sobre el posible incremento en los costos del combustible si el etanol de caña se impone como principal fuente. El costo de producción de la caña requiere altos rendimientos de al menos 110 toneladas por hectárea para mantener la competitividad con el maíz, lo cual, de no alcanzarse, podría elevar los precios finales al consumidor. Esto afectaría principalmente el precio de la nafta común, dejando menos dinero disponible en la economía para otros sectores, según Weber.
A esto se suma el riesgo de que el cambio climático afecte la estabilidad en la producción de caña, como ocurrió en 2021 y 2022, cuando una sequía severa redujo la producción de esta materia prima. En esa ocasión, la disponibilidad de maíz ayudó a compensar el déficit, situación que podría repetirse en los próximos años. Los críticos afirman que esta dependencia de la caña podría llevar al país a una crisis de abastecimiento en caso de fenómenos climáticos adversos.
La ley también ha sido vista como un obstáculo para la inversión en el sector de etanol a base de maíz. Según el experto, una empresa multinacional paraguaya que actualmente construye su sexta planta de etanol de maíz en Brasil suspendió inversiones en Paraguay debido a esta normativa. Esto contrasta con la política de Brasil, que incentiva la producción de etanol con maíz y sorgo, manteniendo así precios accesibles y promoviendo el uso de vehículos flex.
CONSECUENCIAS EN EL MERCADO DEL AZÚCAR Y LA INFLACIÓN
Además del impacto en el sector de biocombustibles, el mercado del azúcar podría verse afectado, ya que el uso intensivo de caña para etanol disminuiría la producción destinada a azúcar cristal, generando una tendencia al alza en su precio. Weber recordó que, en Brasil, cuando se utilizó mayoritariamente caña para etanol, el precio del azúcar subió, impactando la inflación. De acuerdo con el experto, una medida de este tipo podría incidir en el costo de vida de los consumidores paraguayos, al afectar productos de uso diario.
POSIBLE REVISIÓN DE LA LEY
Quienes critican la ley plantean que el Congreso debería permitir que la libre competencia defina la materia prima del etanol, priorizando el beneficio de los consumidores y permitiendo un mercado más flexible que incentive mejoras en la productividad tanto para la caña como para el maíz. La decisión final se encuentra en manos del presidente Santiago Peña, quien tiene la posibilidad de vetar la ley o proponer ajustes que aseguren precios accesibles para el combustible y un impacto inflacionario controlado.