Ciudad del Este vivió la semana pasada un nuevo capítulo en su ya conocida historia de enredos políticos. El PLRA, en lugar de renovar su aire con unidad y visión, decidió lo que mejor sabe hacer: dividirse. Esta vez, el motivo fue el lanzamiento “oficial” del apoyo de 21 presidentes de comités a Dani Mujica, en alianza con el movimiento «Yo Creo» de Miguel Prieto. Una demostración de fuerza, sí, pero también de que las heridas internas están lejos de cicatrizar.
El acto tuvo de todo: discursos de unidad, saludos coordinados, selfies con militantes y hasta la presencia del cuestionado exjuez y exdiputado Manuel Trinidad, un experto en ubicarse en los lugares donde siempre hay algo que ganar, en el momento justo. La sensación general era que, por fin, algo se mueve en el liberalismo esteño. Pero no todos aplaudieron.
Desde el otro bando –porque claro, siempre hay otro bando– el sector que impulsa la candidatura de Gustavo Cardozo respondió con munición gruesa: acusaciones de que todo se trata de cargos, sueldos y algún que otro contrato prometido. Para ellos, esto no es una alianza, es un alquiler disfrazado de unidad.
Del lado de los pro-Mujica, la respuesta fue igual de elegante: «los que se oponen son funcionales al cartismo». Es decir, si no estás conmigo, estás con los colorados, o peor, con Horacio. Así de fino el debate interno.
Lo cierto es que el Partido Colorado, el enemigo común, mira todo esto desde la tribuna. Porque aunque todavía no tiene un candidato sólido ni unifica sus filas, al ver cómo se pelean sus rivales, bien podría quedarse tranquilo. Hoy por hoy, no necesita ganar… solo esperar a que los demás se desgasten entre ellos.
Y ahí está el gran dilema de la oposición en Ciudad del Este: cuando finalmente parecía que había una oportunidad de construir algo conjunto, volvieron a las fórmulas conocidas. Reuniones por un lado, comunicados por el otro, y muchas frases épicas que al final no llenan una plaza ni una mesa de votación.
Lo que queda claro es que Dani Mujica ganó apoyo estructural. Tiene detrás a los comités, a buena parte de la dirigencia liberal y a todo el aparato de «Yo Creo». Pero del otro lado hay heridos, gente molesta, y un Gustavo Cardozo que, aunque hoy parece con menos fuerza, podría convertirse en la piedra en el zapato de la soñada unidad.
Los aliancistas liberales dicen que quieren volver al poder en el 2026 de la mano de Yo Creo. Pero mientras se abracen de un lado y se acusen del otro, el verdadero adversario no está en la ANR… sino en el reflejo del espejo.