Mientras medios brasileños denuncian el problema, en Paraguay las autoridades ignoran la práctica ilegal que afecta a miles de personas.
La quema de basura en la ribera del río Paraná, en la zona del viejo muelle del barrio Remansito, genera un grave problema ambiental que impacta directamente en la vecina ciudad brasileña. Desde hace meses, residentes y turistas han alertado sobre el humo y el hollín que cruzan la frontera, deteriorando la calidad del aire en la región. Sin embargo, pese a las reiteradas denuncias en Brasil, en el lado paraguayo las autoridades siguen sin intervenir.
En grupos de WhatsApp, vecinos de Foz han compartido imágenes y videos de las columnas de humo que emanan desde la costa paraguaya. “Todos los días arrojan y queman basura en esta zona. La ceniza y el humo llegan hasta nuestras casas, y nadie hace nada para evitarlo”, reclama un residente en uno de los mensajes viralizados en redes sociales.
Medios brasileños como el Diário de Foz han expuesto el problema en reiteradas ocasiones. En septiembre de 2024, el diario ya había alertado sobre la existencia de un basural clandestino cerca de un embarcadero en Ciudad del Este. A pesar de la cobertura mediática y los reclamos ciudadanos, la situación persiste.
Autoridades paraguayas: sordas, ciegas y mudas
Del lado paraguayo, el silencio oficial es absoluto. Ni la Municipalidad de Ciudad del Este ni las instituciones ambientales han tomado medidas para frenar esta práctica ilegal que, además de generar contaminación, perjudica la imagen de la ciudad fronteriza.
El Código Penal paraguayo establece sanciones por delitos ambientales, y la Ley 3956/09 prohíbe la quema de residuos sólidos en áreas urbanas. Sin embargo, en la práctica, la normativa es letra muerta. La impunidad permite que los responsables sigan arrojando y quemando basura a la vista de todos, sin consecuencias.
Mientras en Brasil la indignación crece, en Paraguay el problema se ignora. La contaminación avanza y la inacción de las autoridades paraguayas refuerza la idea de que el medio ambiente sigue sin ser una prioridad