Vivimos en un país donde la conciencia ambiental, tristemente, aún está en pañales. Cada vez que alguien decide prender fuego a un montón de desechos o a un campo, no solo está poniendo en riesgo la salud de todos los que vivimos cerca, sino que también está contribuyendo a la destrucción de nuestro entorno natural. Y lo peor es que esta actitud irresponsable sigue siendo una práctica común en muchos rincones del país.
A veces me pregunto si estas personas realmente comprenden el impacto de sus acciones. La humareda que estamos viviendo no es un capricho del clima, sino el resultado directo de la quema indiscriminada. Este tipo de prácticas no solo contamina el aire, sino que también provoca problemas respiratorios, afecta a las personas más vulnerables, y contribuye al cambio climático, un problema que ya está tocando nuestras puertas.
No basta con quejarse desde la comodidad de nuestras casas; necesitamos tomar acción y exigir que se tomen medidas más estrictas. Las autoridades deben implementar sanciones más severas para quienes se nieguen a cumplir con las normativas ambientales. Pero, además, es crucial que haya una mayor educación sobre el impacto de estas prácticas. No se trata solo de castigar, sino de enseñar y crear una conciencia colectiva que promueva el respeto por el medio ambiente.
En los últimos días, es imposible no notar la nube de humo que se ha adueñado de nuestras ciudades y campos. La situación es alarmante y, sin embargo, seguimos viendo cómo muchas personas, sin la más mínima conciencia de las consecuencias, se dedican a quemar basura y pastizales ¿Hasta cuándo vamos a permitir que la irresponsabilidad nos ahogue en una cortina de humo que parece interminable?
Es momento de que cada uno de nosotros asuma su parte en este desafío. La responsabilidad empieza por uno mismo. Si ves a alguien quemando basura, no te quedes de brazos cruzados; informa a las autoridades correspondientes. Y si eres tú quien está realizando estas prácticas, haz un esfuerzo por cambiar tu comportamiento. El futuro de nuestro país y de nuestras próximas generaciones depende de la actitud que asumamos hoy.
La lucha contra la quema de basuras, pastizales y bosques es una batalla que debemos enfrentar juntos, con firmeza y determinación. La responsabilidad es nuestra, y solo así podremos aspirar a un ambiente más saludable y a un país en el que, finalmente, la humareda sea solo un mal recuerdo.