La política paraguaya vuelve a estar sacudida por un escándalo de proporciones. Los mensajes de texto filtrados del fallecido diputado Lalo Gómez han dejado al desnudo lo que todos ya sospechábamos: el tráfico de influencias está más vivo que nunca y opera a niveles que rayan la impunidad total. Altas autoridades judiciales y del Gobierno aparecen mencionadas en conversaciones que dejan en evidencia cómo se manejan los favores y las presiones en las esferas del poder.
Mientras la clase política tradicional, y en especial el Partido Colorado, está sumida en este lodazal de corrupción, hay alguien que debe estar mirando todo esto con una sonrisa de oreja a oreja: Miguel Prieto. A muchos no les hace gracia, a otros no les conviene, pero lo cierto es que el intendente de Ciudad del Este aparece cada vez más como una opción real de cara a las elecciones generales del 2028.
Es que los planetas parecieran alinearse a su favor. Mientras el oficialismo se hunde en sus propios kilombos y la oposición sigue sin brújula, Prieto sigue en la cancha sin que hasta ahora le puedan colgar un escándalo de corrupción que lo saque de la comuna. Y esto, en un país donde la política se mueve a punta de denuncias y carpetazos, ya es mucho decir.
Prieto arrastra decenas de denuncias por presunta mala administración de la plata municipal, pero lo que creo es que en estos momentos la opción de sacarlo de la Municipalidad y, en el peor de los casos, mandarlo a la cárcel, lo que hará es convertirlo aún más en el preferido de la gente, harta de la corrupción galopante que azota el país.
La crisis actual no es solo un problema de imagen para el Gobierno, sino que representa un quiebre profundo en la confianza de la ciudadanía. La gente está podrida de ver cómo el poder se reparte entre correligionarios, cómo la justicia solo actúa cuando le conviene y cómo la plata pública sigue siendo la caja chica de los mismos de siempre.
Ante este escenario, la pregunta es: ¿vamos a seguir votando por los mismos que hoy están metidos hasta el cuello en estos kilombos? O peor aún, ¿nos quedaremos mirando desde la platea mientras los mismos de siempre se reparten el país una vez más? Porque si algo está claro es que, en medio de este escenario putrefacto , las opciones para el 2028 empiezan a aclararse. Y Miguel Prieto, para bien o para mal, está en la conversación.
El tiempo dirá si puede aprovechar este momento o si el sistema logrará cerrarle el paso. Pero hoy, mientras otros corren a esconderse, él sigue firme en la cancha. Y eso, en Paraguay, ya es un logro.